La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos acaba de aprobar una nueva norma sobre el servicio de Internet que acaba con la "neutralidad de la red" que garantizaba una norma de 2015 que impulsó el entonces presidente de EEUU, Barack Obama, y que impedía que las proveedoras de internet pudieran bloquear o ralentizar el tráfico en los portales que decidieran.
La neutralidad de la Red es el principio que impide que Internet se convierta en un negocio. Es la barrera que evita que los proveedores de Internet (habitualmente conocidos como ISPs o Internet Service Providers) se enriquezcan modificando la calidad de los accesos, su disponibilidad o la velocidad. En definitiva, es la ley no escrita que obliga a estos proveedores a tratar todo el tráfico por igual, independientemente de donde venga.
Este principio, que buscaba garantizar el libre acceso en igualdad de condiciones al servicio de la red, fue eliminado entre múltiples protestas por parte de demócratas, asociaciones de consumidores y algunas voces entre las filas republicanas.
Los consumidores y pequeñas empresas, los perjudicados
En el momento en el que la regulación comience a aplicarse, las compañías proveedoras de internet podrán decidir qué portales bloquear o ralentizar, incluidos los de medios de comunicación o difusión de vídeo, y sólo estarán obligadas a hacerlo público.
"Si se revocan las leyes de neutralidad de Red en EEUU (...) los proveedores de Internet (...) podrían decidir qué empresas tendrán éxito en Internet, qué voces son oídas y cuáles son silenciadas", escribe en eldiario.es Tim Berners-Lee, uno de los padres de la World Wide Web. La neutralidad de la Red es lo que garantiza que el ISP trate de la misma forma un contenido de Netflix que otro de Movistar+, por ejemplo.
¿Cuáles serán las consecuencias?
Las más importantes afectarán directamente a la forma de navegar en Internet de los usuarios estadounidenses. De entrada, los grandes proveedores de telecomunicaciones de EEUU podrán bloquear contenido, ralentizar servicios y establecer un Internet de dos velocidades, sin olvidar la proliferación de servicios de zero rating.
Esto es importante en un país en el que más de la mitad de los norteamericanos (el 51%) no tiene opción a la hora de decidir qué compañía de Internet contratan. El fin de la neutralidad de la Red también permitirá que los proveedores de internet puedan elegir qué servicios quieren ofrecer y cómo. En función de lo mucho (o poco) que pague el usuario, este accederá a una oferta más o menos variada de servicios.
Y de la misma forma que un proveedor podrá optar por cerrar o abrir más el ancho de banda, también podría crear un Internet de dos velocidades, en el que las grandes empresas son mejor tratadas por el simple hecho de ser multinacionales prestigiosas, en contra de las pequeñas que no tienen tantos medios ni recursos a su disposición para pagar un Internet "premium".
¿Cómo nos afecta en España?
El profesor en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto e investigador en el grupo Deusto LearningLab, Pablo Garaizar, explicaba hace unos días en la Cadena SER que "hay algunos motivos para preocuparse". Se refería sobre todo al creciente dominio de las grandes empresas de Internet y a la cada vez mayor penetración de las redes sociales en casi todos los ámbitos para explicar la falsa ilusión de "variedad en la oferta" que estas dan y cómo, al final, todas pertenecen a unas pocas empresas donde "el ganador se lo lleva todo".
Una consecuencia son los llamados servicios de zero rating, donde el proveedor de Internet ofrece un "paquete" con un coste muy por debajo del mercado, segmentando así su oferta y a sus usuarios, que en función del servicio que quieran (o que puedan pagar) disfrutan de una u otra cosa. Es lo mismo que Vodafone anunció este verano a través de sus "pases", en los que oferta un pack de servicios determinado en base a los gustos del usuario. El problema llega cuando se están primando unos servicios sobre otros en función del pase escogido, se cobra más al elegir una oferta con contenidos HD o la misma empresa acota qué entra en cada categoría.
A pesar de que España, al considerarse parte de la Unión Europea, está sometida a una legislación diferente, grandes cantidades de tráfico se intercambian diariamente con proveedores estadounidenses.